Jacobo Gomez
Jacobo Gomez
Surf CoachHola, me llamo Jacobo y nací en Madrid, una gran ciudad a cuatro horas de la playa más cercana. No fue hasta la mayoría de edad que supe de la existencia del surf, y aún pensaba que era cosa de países lejanos y exóticos, algo inalcanzable. Con 25 años, unos amigos me invitaron a subir un fin de semana al norte de España a surfear con ellos. Fascinado con la posibilidad, emprendimos un viaje, el viaje con el que empezó todo.
Siempre se me habían dado bien los deportes, pero recuerdo que cuando me metí por primera vez al mar con una tabla de surf, no fui capaz de seguirles ni el rastro a mis amigos. Sentía que todos mis esfuerzos carecían de eficiencia y no entendía casi nada de lo que estaba pasando a mi alrededor. Aun así, en ese estado de agotamiento e incertidumbre, experimenté por unos instantes cómo todas las dudas y preocupaciones que siempre habían estado resonando en mi cabeza se silenciaron por completo. Por primera vez en mi vida, tenía la sensación de estar donde quería y debía estar. Justamente ese año estaba comenzando mis estudios como técnico superior en Actividades Físico-Deportivas, por lo que decidí ponerme a investigar inmediatamente sobre cómo se entrenaba el surf. Para mi sorpresa, a diferencia de otras disciplinas, me encontré con que no había casi información o investigación respecto a su biomecánica. Debido a que por muchos años se había contemplado más como un estilo de vida que como un deporte. Esto causó un fuerte impacto en mí, ya que también era el deporte más físico y complejo que había probado jamás. Fue ahí donde se encendió la bombilla: si me convertía en un buen especialista en este campo, no solo dirigiría mi carrera en una dirección, si no que sería mi puerta de acceso a este mundo, aprendiendo también a surfear. Las líneas de aprendizaje e investigación iban enfocadas a la biodinámica, movimientos, evitar lesiones y procesos de aprendizaje del deporte.
Pese a estar cursando mis estudios en mi ciudad natal, cosa que puede sonar contradictoria si uno habla de surf, descubrí que existía una extensa comunidad de surfistas en la capital española. Algunos de costa, pero residentes en Madrid, otros madrileños que aprovechaban el fin de semana para viajar a la costa. Para cuando me quise dar cuenta, contaba con un amplio grupo de surfistas de diferentes niveles para los que el entrenamiento cobraba una importancia especial, ya que no podían surfear todos los días. Fue entonces cuando surgió mi primer emprendimiento, y fundé Surf Training Madrid, un centro de preparación física específica para surf, en una ciudad a 400 Km de la playa más cercana. Un concepto alocado que superó cualquier expectativa y que convirtió, lo que iban a ser unas prácticas de fin de estudios, en un proyecto de 4 años. Los fines de semana viajábamos a las distintas escuelas de surf con las que colaborábamos a lo largo de España, Portugal y Marruecos. En estos viajes los coaches de surf de las respectivas escuelas nos daban la guía de aspectos técnicos a tener en cuenta para reforzarlos o corregirlos durante nuestras sesiones de surftraining que hacíamos dos veces por semana. También hacíamos entrenamientos con los surfskates y organizábamos eventos, talleres y exposiciones.
Hola, me llamo Jacobo y nací en Madrid, una gran ciudad a cuatro horas de la playa más cercana. No fue hasta la mayoría de edad que supe de la existencia del surf, y aún pensaba que era cosa de países lejanos y exóticos, algo inalcanzable. Con 25 años, unos amigos me invitaron a subir un fin de semana al norte de España a surfear con ellos. Fascinado con la posibilidad, emprendimos un viaje, el viaje con el que empezó todo.
Siempre se me habían dado bien los deportes, pero recuerdo que cuando me metí por primera vez al mar con una tabla de surf, no fui capaz de seguirles ni el rastro a mis amigos. Sentía que todos mis esfuerzos carecían de eficiencia y no entendía casi nada de lo que estaba pasando a mi alrededor. Aun así, en ese estado de agotamiento e incertidumbre, experimenté por unos instantes cómo todas las dudas y preocupaciones que siempre habían estado resonando en mi cabeza se silenciaron por completo. Por primera vez en mi vida, tenía la sensación de estar donde quería y debía estar. Justamente ese año estaba comenzando mis estudios como técnico superior en Actividades Físico-Deportivas, por lo que decidí ponerme a investigar inmediatamente sobre cómo se entrenaba el surf. Para mi sorpresa, a diferencia de otras disciplinas, me encontré con que no había casi información o investigación respecto a su biomecánica. Debido a que por muchos años se había contemplado más como un estilo de vida que como un deporte. Esto causó un fuerte impacto en mí, ya que también era el deporte más físico y complejo que había probado jamás. Fue ahí donde se encendió la bombilla: si me convertía en un buen especialista en este campo, no solo dirigiría mi carrera en una dirección, si no que sería mi puerta de acceso a este mundo, aprendiendo también a surfear. Las líneas de aprendizaje e investigación iban enfocadas a la biodinámica, movimientos, evitar lesiones y procesos de aprendizaje del deporte.
Pese a estar muy contento con la experiencia que estaba adquiriendo y la dirección que había tomado el proyecto de Surf Training Madrid, sentía que me alejaba del verdadero objetivo de todo esto: estar en el agua y aprender a surfear. Tenía que seguir a esa primera sensación.
Así que finalmente, contra todo miedo y recomendación, me atreví a tomar la decisión de dejar el proyecto en Madrid y seguir mi sueño de vivir en la playa y poder surfear como parte de mi rutina diaria.
Me embarqué en un viaje por centro América con la idea de hacer un tour de colaboración con distintos centros de surf a lo largo de Panamá, Costa Rica y Nicaragua, y así poder entrenar otros perfiles de riders que quisieran llevarlo a un alto nivel. El viaje comenzó por Panamá, donde contacté al Surf Dojo de Playa Venao, al que seguía desde hace tiempo. Para mi sorpresa conocían mi anterior proyecto en Madrid y muy amablemente me invitaron a quedarme con ellos. Fue ahí donde empecé a vivir un estilo de vida con el que ni siquiera me habría atrevido a soñar unos años atrás. En Playa Venao, ya pensando en planificar mi siguiente destino, fue donde conocí la cadena de hoteles de Selina que tenían la marca de Selina Surf Club, un proyecto de surf emblemático liderado por Bruno Muchada. Le hablé de mi intención de colaborar con ellos y me dijo que precisamente le habían aprobado un presupuesto para comenzar a implementar programas de preparación física específica en cada una de las escuelas de surf a lo largo de varios países.
Comenzamos en Jaco y Santa Teresa en Costa Rica y continuamos por más escuelas diseñando diferentes guías y servicios de preparación física. Pudimos contrastar con los procedimientos que se seguían en el momento y así aumentamos la calidad de los servicios. El siguiente paso fue tomar las riendas del hotel de Playa Madera (Nicaragua) como surf supervisor. Después de 4 meses pudimos demostrar la eficacia de los procedimientos y el tremendo potencial del proyecto. A partir de ahí, y durante los siguientes tres años, fui personalmente el manager de diez de las escuelas, seleccionando y entrenando a sus respectivos Head Coachs, instructores y demás miembros del equipo, a lo largo de Costa Rica, Panamá, Nicaragua, Ecuador y México. En spots como Jaco, Tamarindo, Nosara, Montañita, Bocas del Toro, Sayulita o Puerto Escondido. Fue una etapa tremendamente constructiva, donde pude desarrollarme y aprender más entrenando a riders y sobre el funcionamiento de un centro o escuela de surf.
Para el último año de esta etapa, Bruno, quien se había convertido en mi mentor, guía y amigo, había aceptado una oferta en otra marca hotelera en Portugal, saliéndose del proyecto y dejándome como único supervisor en este momento de transición de la marca.
Después de seis meses como manager de la escuela de surf en Jaco (Costa Rica), y otros seis en Sayulita (México) recibí una llamada de Bruno, donde me contaba que le habían contactado buscando un perfil que gestionara un centro de surf en Panamá, y que me había recomendado a mí para el puesto.
Aunque no estaba en mis planes, (tampoco lo había estado todo lo demás) me decidí a emprender un viaje con ellos. Se trataba del centro de Surf Dojo. Estaban buscando a alguien para llevar el proyecto a otro nivel y ese era yo. En ese momento sentí que la evidencia del sincrodestino, cierre y comienzo de ciclo eran abrumadoras.
Emprendí mi viaje con Frederic Lacoste, dueño y fundador del Surf Dojo, que me había invitado sin ningún interés más que el de compartir e intercambiar conocimientos. Tras
algunas idas y venidas, finalmente llamé a Frederic y les decía adiós a unos años de aprendizaje y experiencia en Selina para volver, con mi mochila, a Panamá.
Cuando llegué al Surf Dojo, esta vez como Manager General, me encontré con un proyecto más grande y ambicioso del que había conocido cuatro años antes. Surf Dojo se estaba convirtiendo en un hotel temático de deportes extremos. Contando con un skatepark, wave ramps, escuela de surf, kayaks, paddleboards, circuitos de descenso para de bicicletas de montaña, restaurantes y hotel. El concepto era excepcional y la ambición del proyecto muy grande. Fue un año de mucho trabajo y aprendizaje. Pero sobre todo fue la experiencia que hizo que me preguntara de manera más profunda que nunca: ¿Qué es lo que de verdad quiero hacer? La lógica podría decir que había encontrado el puesto de mis sueños, la conclusión a una cadena de sincronías que habían fluido de manera casi orquestada. Me había encontrado a mí mismo, vivía una vida que me hacía sentir conectado y realizado, había logrado alcanzar un nivel de surf por encima de lo que jamás había podido esperar. Era el momento de, después de años de distintas elecciones y seguir oportunidades presentadas en el momento preciso, ser yo quien dibujase los siguientes pasos.
En los últimos años había volcado mucha energía en proyectos grandes y ambiciosos, encandilado por el potencial y la posibilidad de afectar y alcanzar un gran número de personas con lo que hacíamos. Pero irónicamente eso mismo era lo que me provocaba la sensación de no estar lográndolo. Pese a todo lo bueno, siempre arrastraba una sensación de frustración, por no alcanzar nunca el verdadero potencial que veía en los proyectos en los que me involucraba. Por la magnitud y el ritmo de las cosas, me había sido imposible poner la atención y el cuidado que me gustaría a los pequeños detalles, eso que verdaderamente me importaba. Y es de este sentimiento de querer más y custodiar lo que me parece valioso, de donde nace Holistic Surf.
Es el momento de compartir todo lo aprendido contigo de manera personal. Todos los conocimientos biomecánicos, técnicos, medioambientales, mentales y estructurales, que me han ayudado personalmente a alcanzar mis objetivos y llegar a surfear y vivir de manera consciente y plena. Para ello cuento con Lulú, mi compañera de vida y la otra mitad en este proyecto.
¿Te unes a este viaje?